¿Qué es la Práctica Filosófica? (II)
La Práctica Filosófica es un movimiento contemporáneo e internacional de filósof@s comprometidos con promover la presencia de la filosofía en la vida común y facilitar formas cercanas y accesibles de practicarla.
Los cafés o diálogos filosóficos, los talleres abiertos al público en general o la filosofía para niños, son otras formas, aparte del asesoramiento filosófico individual, que han ido cobrando espacio e interés para la comunidad. Si bien existen diversas aproximaciones y enfoques en su desarrollo, estos se dirigen desde una convicción común: que la filosofía tiene una función orientadora fundamental en la vida cotidiana, personal y pública, y que su ejercicio es decisivo para el pleno desarrollo del ser humano.
Pero esta no es una perspectiva exclusiva de nuestra época, ni mucho menos reciente. A lo largo de la historia de la filosofía, entendida en un sentido amplio que incluye las tradiciones de oriente y occidente, se ha mantenido vivo el legado de una filosofía viva, comprometida con la tarea de ser humano y con el desarrollo de prácticas, compresiones y actitudes que puedan iluminar el camino de todos hacia una vida humana más madura, creativa y auténtica.
El enfoque «sapiencial» de la Práctica Filosófica
En nuestro país, la filósofa Mónica Cavallé se ha dedicado a desarrollar la Práctica Filosófica bajo el enfoque que ella misma ha denominado «sapiencial», sintetizando con este término su concepción vital y transformadora de la filosofía.
Llamamos filosofía sapiencial a aquella que se consagra al desarrollo de la sabiduría, entendida como una visión de la realidad integrada en la propia persona. En esta tradición el filósofo es aquel que se pone en juego, que hace de su vida el campo de aprendizaje por excelencia. La filosofía, bajo este enfoque, poco tiene que ver con la acumulación de conocimientos teóricos, sino con un compromiso con vivirlo todo con más hondura y veracidad, con mayor trasparencia y plenitud. La verdad pasa de ser una idea a una dimensión íntima del ser y orientadora de vida.
Este compromiso se refleja en nuestra disposición a cuestionar nuestras ideas preestablecidas, a reconocer nuestras limitaciones, a ser sujetos activos de nuestra experiencia, y, en definitiva, a ser transformados y guiados por nuestra propia conciencia. A su vez, este compromiso nos hermana, ya que todos estamos invitados a conocernos a nosotros mismos y a vivir en comunión con la realidad. Por eso, al recorrer nuestro camino filosófico singular, no es extraño que nos topemos con una sabiduría que nos traspasa, que aúna diferentes épocas y culturas, y que conforma lo que se ha llamado filosofía perenne.